La Modernidad acusa un cambio de preguntas. Se pasa del qué (o en todo caso, por el quién) inaugurada por el creador de la racionalidad europea Don Sócrates, al Cómo.
El Qué apunta a penetrar en la Verdad e interpreta el universo natural y social como un cosmos de esencias.
Quién pregunta ¿cómo funciona esto?, ha dejado atrás una preocupación por las esencias. El cómo no apunta a respuestas normativas ante las cuales me someto frente a las instituciones metafísicas. El cómo apunta a establecer funciones y éstas establecen cómo algo podría ser de otro modo.
La Cultura Occidental coloca a los hombres en la cresta de la evolución.
La primera evolución nos lleva a nosotros mismos y fue de la materia a la vida, hasta la existencia humana.
La revolución funcionalista abre otra vía, opera sobre otra vía de la evolución, lo que Sloterdijk llama el “futuro heterobiológico. Desde el surgimiento de la inteligencia artificial y la tecnología genética los parámetros cambian y es necesario definir formas nuevas de secularización en procesos ya definidos por las grandes religiones.
Las religiones de la salvación ya ofrecieron una economía del sufrimiento ¿podemos apostar a esta segunda evolución, esta vez, tecnológica?
¿Será entonces la manipulación técnica la encargada de dar un salto novedoso en la percepción del dolor?
La casa del Ser se encuentra en refacciones y no sabemos bien qué aspecto tendrá ni siquiera si será habitable. La tipología tecnológica reemplaza la escritura del humanismo y la metafísica. Aparecen nuevas creencias, se renuevan otras. También otros miedos, los miedos tecnofóbicos: El hombre manipula la vida. La segunda evolución ya no depende de la materia sino de la información. Para Sloterdijk, Heidegger se equivoca. El gran destructor de la metafísica sigue preso de aquello que critica de Nietzsche: permanece en una gramática filosófica insostenible y una lógica bivalente deficitaria.
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Esta lógica tiene el presupuesto: “Lo que es verdadero no es falso y lo falso no es verdadero”, lo que no permite describir los nuevos fenómenos técnicos como la aparición de los “híbridos” con un componente material y otro espiritual.
Las máquinas y los artefactos exigen para su comprensión una lógica trivalente pues hay “nada que son entes y entes que son nada” representadas en la frase “Hay Información”. Incluso la frase “hay genes” muestra la transferencia del principio de la información en la naturaleza.
Con estas exigencias la separación alma, el yo y lo humano (entes subjetivos) y la cosa, el mecanismo y lo inhumano (entes objetivos) constituyen una forma de dominación, cuando, en realidad, podríamos pensarla con propiedades que pertenecen al otro lado.
Nuestros sistemas clasificatorios entran en crisis.
La estructura material de los seres vivos ya no es material. Los genes no son algo material sino órdenes para la síntesis de moléculas proteicas. Domina la materia inmaterial: No está del lado del yo, ni del lado de la cosa.
Son tiempos anti-humanistas, tecnofóbicos. La cultura resiste a considerar otra opción al dominio del mundo. Ante esto la polivalencia no se puede comprender pues deja de tener sentido la oposición objeto-esclavo-materia prima, por un lado, contra la parte sujeto-amo-trabajador.
El hombre no es un pastor cualquiera. Tiene piedras, luego herramientas con mango y más tarde las reemplaza con teclas. La frase “Hay Información” refleja otra actitud. La materia se usa de otro modo, se torna indiferente la materia prima. La homotecnología se apoya en otras estrategias basadas en la cooperación y no en la dominación. Sloterdijk arriesga un optimismo futurista. El hombre encuentra una brecha en el claro, estamos ante un “iluminismo tecnológico”.
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Queda Hiroshima perenne antes de penetrar en un futuro post-paranoico. Son las sospechas acerca del uso de tecnologías superiores con subjetividades bajas.
¿Podemos pensar en un cambio en el modelo de dominación?
¿Es posible superar a los Oppenheimer de la genética?
¿Las biotecnologías crearan un nuevo bruto, o un sujeto fino y cooperativo?
Sin duda no será sin conflictos.
No será sin la resistencia de los amos.
Necesitaremos nuevos criadores, o tal vez de ninguno.
Asistimos al fin de una técnica tipografica de dominación hacia un futuro ¿mejor?
La libertad será tecnológica o no será nada.
Para Sloterdijk la casa del hombre ha sido el lenguaje. Saber leer y escribir lo considera una técnica antropógena. Una técnica para que las bestias se conviertan en hombres a través de mensajes escritos o cartas a los amigos, donde se trasmiten las órdenes del hombre libre y propietario. El mundo del humanismo resuelve el salvajismo con técnicas de domesticación tipográficas.
El libro contra al Coliseo, la lectura filosófica frente al desenfreno de los estadios.
Cada cual elige: O escribe cartas a los amigos, o concurre al Circo Romano.
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Luego del gaseoso 1915, la otra fecha primordial es 1945. Las soluciones de post-guerra a tanta sangre derramada no son más que expresiones del viejo humanismo a la carta. El marxismo, el existencialismo y el humanismo cristiano no alcanzan para explicar tantos muertos. El lenguaje continúa sedentario su domesticación en las casas, el hombre del rebaño se halla así domesticado y casero.
Todo esto se acabó. La era Post-humanista es comunicacional. En la Primera Guerra Mundial caen los imperios clásicos en manos de la radiodifusión. El Furher domina a las masas desde la radio.
Con la TV el humanismo cae a pedazos y el conflicto se desarrolla en una nueva lucha de criadores, de domesticadores a ultranza. De Platón a Nietzsche se debate si somos amigos del hombre, o amigos del superhombre.
La era biotecnológica aparece en escena con un programa a la carta, de repetición de seres humanos. El hombre se queda sin casa. El viejo humanismo pierde sus ímpetus domesticadores pues no está garantizada la crianza.
Debemos pensar todo de nuevo.
El lenguaje de los genes conforma una nueva suerte de vecinos del Ser y la aparición de un hombre protésico, un Cyborg , señala el camino evolutivo desde el marcapasos y el audífono hasta la incorporación de una PC en la cabeza.
Cambia todo. Surge la Inteligencia artificial (IA
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